Celebrando el Día del Libro en el País de las Maravillas

El País de las Maravillas es un lugar al que todos hemos viajado siendo niños, un reino encantado donde era posible crecer o menguar tras comer un pastelillo o beber una pócima mágica, charlar con un gato que se torna invisible, o asistir a una fiesta de no-cumpleaños con una liebre y un sombrerero. Ese fantástico e inverosímil viaje se lo debemos a Lewis Carroll (cuyo nombre real era Charles Lutwidge Dogson), el creador de Alicia en el País de las Maravillas. ¿Y qué mejor fecha que la del Día del Libro (y sexto aniversario de este blog) para homenajear a uno de los clásicos de la literatura universal en su 150 aniversario?

Mucho ha llovido desde que aquella tarde de 1862, durante un paseo en barca por el Támesis con su amigo el reverendo Duckworth y las hermanas Liddell (Lorina, Alicia y Edith), Carroll ideara el personaje de Alicia inspirándose en la segunda de las hijas del decano Liddell, por quien sentía una profunda devoción. Tanto fue lo que le entusiasmaron a la propia Alicia las aventuras de su álter ego, que le pidió a Carroll que le transcribiera la historia. Tres años más tarde la editorial MacMillan sería la encargada de publicar el cuento, ilustrado con los magníficos dibujos de John Tenniel que aún hoy conservan muchas de las ediciones del famoso libro. Su gran éxito motivó la publicación en 1871 de la segunda parte, Alicia a través del espejo.

Alicia en el País de las Maravillas no deja indiferente a nadie tras su lectura; se trata, sin duda, de una oda a la fantasía y el onirismo, fruto del singular ingenio y la original mentalidad de Carroll, quien deja entrever además su destreza matemática (pues ésta era su profesión) a través de las preguntas geográficas, astronómicas o científicas que la pequeña Alicia se hace constantemente. Algunos estudiosos de la obra van más allá y aseguran que este supuesto cuento infantil es una crítica encubierta al convencionalismo social propio de la época victoriana, y que sus personajes, en su mayoría animales con personalidad y capacidades humanas, son caricaturas de personas que existieron en realidad. Sea como fuere, lo cierto es que Alicia en el País de las Maravillas gusta a niños y mayores, y ha servido de inspiración en diferentes ámbitos: en el cine, la música, la televisión, el teatro, y hasta en el campo de la psicología. Hoy incluso se recomienda su lectura en las más afamadas escuelas de negocios en nuestro país. ¿Quién le iba a decir a Lewis Carroll que aquella historieta que inventó sin más pretensión que la de entretener a unas niñas se convertiría en un fenómeno semejante?

En la actualidad existen numerosas ediciones de Alicia en el País de las Maravillas, a cual más bonita, pero yo personalmente, que no había vuelto a disfrutar con las aventuras de Alicia desde que fui al cine a ver la versión de Tim Burton, me he reencontrado con este ya mítico personaje gracias a otro libro infantil: Prohibido leer a Lewis Carroll.

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Lo primero que me llamó la atención de Prohibido leer a Lewis Carroll fue su contundente título; además, todas las reseñas que leí sobre él por Internet eran positivas, sin mencionar los importantes premios que había recibido (Premio Lazarillo en 2012, elegido Mejor libro infantil del 2013 por Babelia, y en 2014, Premio White Ravens, Premio Fundación Cuatrogatos y Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil). Así que, dada mi creciente afición por comprar libros infantiles y ante tanta buena referencia, no dudé en traérmelo a casa. El libro está ambientado en Nueva York a principios de la década de 1930, ciudad a la que se traslada la joven institutriz francesa Eugéne Chignon para hacerse cargo de una niña llamada Alice, quien está tan obsesionada con el cuento de Lewis Carroll que incluso se viste y peina como la protagonista de éste. Esta enfermiza pasión de la pequeña Alice lleva a sus padres a prohibirle leer el libro, y junto con la señorita Chignon tratarán de evitar que la niña se entere de que la verdadera Alice Liddell, inspiradora de Alicia en el País de las Maravillas, va a ser homenajeada en la Universidad de Columbia.  Se trata de una historia muy original y divertida cuyo autor, Diego Arboleda, ha construido en base a unos rocambolescos personajes y unos juegos lingüísticos al más puro estilo de Lewis Carroll. Todo eso unido a los excelentes dibujos de Raúl Sagospe, hacen de Prohibido leer a Lewis Carroll un libro excepcional.

Ya lo dijo Caballero Bonald: “Leer equivale a elegir una aventura de múltiples compensaciones imaginativas”, y a mí, el libro de Arboleda y Sagospe me ha devuelto directamente a mi niñez, a ese País de las Maravillas donde era posible crecer o menguar tras comer un pastelillo o beber una pócima mágica, charlar con un gato que se torna invisible, o asistir a una fiesta de no-cumpleaños con una liebre y un sombrerero. ¡Feliz Día del Libro!

One Reply to “Celebrando el Día del Libro en el País de las Maravillas”

  1. No cabe duda la cantidad de sentimientos que llegas a transmitir por tan importante día en ese mundillo de ratones de biblioteca como lo eres tu. Tienes toda la razón respecto a este cuento ya que de una u otra manera te identificas, no importa si eres físico o agricultor, siempre hay algún punto de la historia donde dirás “hey, ese soy yo”.
    De más está decirte que estoy fascinado con tus publicaciones, felicidades!!!

    TLT
    RV

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