El año sin verano

Hace algo más de una semana estrenamos nueva estación: el verano, que siempre se convierte en noticia por sus características temperaturas extremas, sus olas de calor y su sequedad. Sin embargo, hace un par de años un meteorólogo francés se aventuró a decir que aquel verano de 2013 traería consigo, contra todo pronóstico, tormentas, lluvias y frío. Ese supuesto no verano es precisamente el que da nombre al segundo libro de Carlos del Amor, El año sin verano, y el punto de partida de la historia que en él nos cuenta.

El protagonista es un joven periodista cultural que trabaja en televisión y que vuelve al tranquilo Madrid estival tras unas vacaciones tristes y difíciles. Su mujer, embarazada, ha ido al pueblo de sus padres a pasar unos días con ellos, de modo que él pretende aprovechar esa soledad para avanzar en la escritura de su segundo libro. Sin embargo, cuando encuentra un manojo de llaves tirado en las escaleras de su edificio y supone que se trata del juego de llaves de la portera, no puede evitar sentir curiosidad y se dedica a inspeccionar las viviendas vacías de sus vecinos ausentes. A través de sus incursiones en las casas ajenas vamos conociendo las vidas de esos vecinos, sus vivencias pasadas y sus secretos, pero lo que menos se imagina nuestro protagonista es que se topará con una historia de amor y con una misteriosa muerte que tuvieron lugar treinta años atrás, y que irremediablemente tendrá que investigar.

En El año sin verano volvemos a encontrarnos con esas pequeñas historias con las que tanto disfrutamos en La vida a veces, incluso recuerda a su último relato, que se desarrolla en una comunidad de vecinos, y en el que los personajes y sus historias también se entremezclan. Y, por supuesto, nos volvemos a encontrar con ese estilo intimista, original y melódico tan propio de Carlos del Amor, su magia. Aunque en esta ocasión lo que más sorprende de este libro son los enormes paralelismos que existen entre autor y protagonista, ya que el primero juega todo el tiempo a mezclar realidad y ficción. Nos da una primera pista con esa cita de Antonio Machado con la que abre el libro: “Después de la verdad nada hay tan bello como la ficción”; y la segunda aparece algunas páginas después, en esa conversación con su amigo Jorge, el jardinero del parque:

– Entonces, a ver si te entiendo, quieres escribir su historia (…). Pues imagínatela, ¿los escritores no hacéis eso? Os imagináis las cosas, os inventáis la realidad.

– Sí, pero no es tan sencillo, yo, al menos, necesito un ancla, unos hechos a los que agarrarme, un hilo del que ir tirando. Luego, claro que entra en juego la ficción.

La realidad, los hechos, lo noticioso son lo suyo, pero lo que me sigue sorprendiendo de Carlos del Amor, tanto de sus reportajes como de sus libros, es su capacidad para maquillar esos hechos o darles la vuelta, buscar enfoques diferentes y originales en ellos, fijarse en ese detalle en el que nadie repara y crear pequeños micromundos dentro de grandes historias. Esa capacidad suya es la que le convierte, como ya dije en una ocasión, en un auténtico mago, un gran ilusionista, y El año sin verano ha sido, sin duda, el gran truco final de un espectáculo (literario) que no ha hecho más que empezar.

4 Replies to “El año sin verano”

  1. Tras leer tu crítica sobre este libro, aún tengo más ganas de leerlo!espero tenerlo pronto en mis manos y estoy segura que no me decepcionará 🙂

    1. Estoy segura de que te gustará mucho, Nieves. Carlos del Amor nunca defrauda, y ‘El año sin verano’ es tan bueno como uno de sus reportajes. ¡Muchas gracias por tu comentario! 🙂

  2. Te pots creure que encara no he llegit “La vida a veces”? se acumulen…
    I després de llegir este post, aquest llibre seu també te pintassa!!
    No pots escriure tan be de les coses, arruines a la gent compradora de llibres
    ;D bonica

    1. Pues no sé a qué estás aguardant! T’agradarán els dos, t’ho asegure 😉