Leísmo, laísmo y loísmo: claves para evitarlos

El leísmo, el laísmo y el loísmo son tres fenómenos lingüísticos que tienen que ver con el uso impropio de los pronombres átonos de 3.ª persona lo/los, la/las y le/les. Estos fenómenos parecen deberse al nacimiento, en época temprana de la evolución del castellano, de una tendencia que, a diferencia de lo que ocurría en latín, en lugar de distinguir funciones gramaticales a través de las distintas formas pronominales —le/les para el complemento indirecto y lo/los, la/las para el complemento directo—, tiende a diferenciar entre masculino y femenino, por un lado, y entre persona y cosa por otro.

A continuación vamos a tratar de explicar qué dice la norma culta del español general al respecto, en qué consisten exactamente el leísmo, el laísmo y el loísmo, y cómo podemos evitar equivocarnos en el uso de los pronombres átonos de 3.ª persona.

En primer lugar, para saber en qué casos debemos utilizar cada uno de estos pronombres, debemos tener en cuenta, por un lado, la función sintáctica que desempeña el pronombre y, por otro lado, el género y el número gramatical de la palabra a la que se refiere.

Para la función sintáctica de acusativo o complemento directo usaremos lo y los para los géneros masculino y neutro, en singular y plural, respectivamente; la y las son las formas que se emplearán con palabras femeninas, en singular y plural.

En la función de dativo o complemento indirecto no se distingue el género de la palabra, por lo que únicamente deberemos fijarnos en el número; así, usaremos le en singular y les en plural.

En el siguiente cuadro aparece toda la información anterior de forma clara y resumida:

Cuando se desconocen o no se tienen en cuenta las normas anteriores es cuando se producen las incorrecciones o vacilaciones en el uso de los pronombres átonos de tercera persona que dan lugar al leísmo, el laísmo y el loísmo.

Según el Diccionario panhispánico de dudas de la RAE, el leísmo “es el uso impropio de le(s) en función de complemento directo, en lugar de lo (para el masculino singular o neutro), los (para el masculino plural) y la(s) (para el femenino), que son las formas a las que corresponde etimológicamente ejercer esa función”.

Suelen distinguirse tres tipos de leísmo:

  • Leísmo de persona masculino: uso del pronombre masculino le como complemento directo / acusativo con sustantivos masculinos de persona. (A Mario le premiaron en el colegio. / A Mario lo premiaron en el colegio.)
  • Leísmo de persona femenino: uso del pronombre masculino le como complemento directo / acusativo con sustantivos femeninos de persona. (A Laura le premiaron en el colegio. / A Laura la premiaron en el colegio.)
  • Leísmo de cosa: uso del pronombre masculino le como complemento directo / acusativo con sustantivos de cosa. (Te devuelvo el libro porque ya le he leído. / Te devuelvo el libro porque ya lo he leído).

El fenómeno del laísmo se produce cuando utilizamos el pronombre la/las en lugar de le/les para la función de complemento indirecto femenino. Así, por ejemplo, oraciones como La dije la verdad o Yo la di un beso a Carmen son incorrectas.

El laísmo alcanzó cierta difusión en los siglos XVII y XVIII, y en la actualidad pervive en ciertas regiones de España, como Castilla, Cantabria o Madrid.

Cuando son las formas masculinas de acusativo (lo/los) las que se usan en lugar de las del dativo (le/les) se habla de loísmo: No lo dieron tiempo a reaccionarEl asunto es como es y no hay que darlo más vueltas.

La incidencia del loísmo ha sido siempre muy escasa en la lengua escrita y en la actualidad solo se registra en zonas del norte de nuestro país y en hablantes andinos (Perú, Bolivia y noroeste de Argentina) de quechua o aimara que han aprendido el español como segunda lengua.

Como veis, la teoría es bastante sencilla; sin embargo, cuando tenemos que ponerla en práctica y, sobre todo, cuando nos encontramos con verbos que, por ejemplo, rigen tanto dativo como acusativo, es cuando surgen las dudas y las incorrecciones. En esos casos lo mejor es remitirse a lo que rige la norma y consultar algún manual de referencia, como la Nueva gramática de la lengua española, de la RAE.

Espero que este artículo os sea útil. 😉 ¿De qué otros fenómenos lingüísticos os gustaría que hablase?

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