Luis Leante, un mago del lenguaje y la literatura

Hace algo más de un mes os comenté por Facebook e Instagram que Luis Leante había venido a mi pueblo a presentar su nueva novela, Annobón. Entonces prometí contar en el blog los detalles del acto, así como de todo lo que Leante explicó sobre el proceso de escritura del libro; y no es que me haya querido hacer de rogar, sino que estaba esperando a que se publicara la revista con el texto que escribí sobre la presentación para poder compartirlo por aquí también. La revista en cuestión, Harmonia, pertenece a la Tertulia Artístico Literaria El Cresol, una asociación cultural de mi pueblo de la que formo parte desde hace poco y que fue, precisamente, la que organizó la presentación de Annobón junto con los coordinadores del Club de lectura del I.E.S. Maciá Abela.

A continuación os dejo parte del texto que se ha publicado en Harmonia y algunas de las fotos de la presentación:

Luis Leante es un viejo conocido de Crevillent ya que durante muchos años él mismo ejerció la docencia en nuestra localidad. Ahora se dedica por entero a los libros, a documentarse, a inventar historias. Asegura que ahora ya no sabría vivir sin hacerlo, que ya no concibe nada sin imaginar cómo lo contaría después. Se ha convertido, quizás sin pretenderlo, en un auténtico mago de la literatura y también del lenguaje, del que es un verdadero apasionado, dada su formación en Filología Clásica. Comenzó a escribir cuando era adolescente, por afición, para liberarse de esa opresión que todos sentimos cuando somos jóvenes, porque “la lectura te lleva a la escritura”. Y no le ha ido del todo mal porque algunos de sus libros han sido traducidos a más de veinticinco idiomas y han recibido grandes premios: Mira si yo te querré (Premio Alfaguara 2007) y Huye sin mirar atrás (Premio Hache 2017). Sin embargo, de todos los que ha publicado hasta el momento, Leante afirmó que su favorito es Academia Europa porque en él hay mucho de su propia vida.

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En esta ocasión, con Annobón, no ha querido hablar de sí mismo sino de Restituto Castilla, un personaje real con el que se encontró por casualidad y cuya historia llamó su atención: Castilla fue un cabo de la Guardia Civil destinado en 1931 a la localidad de Annobón, en Guinea Ecuatorial; un año después asesinó al gobernador Gustavo de Sostoa. Leante comenzó a investigar y a documentarse sobre este incidente y sobre otros aspectos de la vida y la personalidad de Restituto Castilla. Sus indagaciones le llevaron hasta las Islas Canarias, donde tuvo acceso al sumario del cabo Castilla, un hombre de gran cultura y con un trastorno obsesivo compulsivo que le llevaba a dejar todo meticulosamente por escrito. Un hombre que, finalmente, y en palabras del propio Leante, se convirtió en tirano. El cabo Castilla ha acompañado al autor caravaqueño durante siete años, el tiempo que ha dedicado a Annobón, el libro que más le ha costado escribir, pero del que más satisfecho está. Esta novela es, sin duda, la mejor recompensa para Luis Leante tras sus duras (así las define) sesiones de escritura, esas que, tal y como confesó, comienzan a las ocho de la mañana, en su despacho, tras escuchar la canción Aguas de marzo, y con su taza de café y una foto de su infancia siempre presentes.

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En Annobón destacan dos temas principales, la colonización de Guinea y la represión franquista tras la Guerra Civil, pero también subyace una trama sentimental y familiar en la que Leante ha querido dar voz a las mujeres, a “esas mujeres sufridoras que forman parte de la historia minúscula de este país”, a través de personajes femeninos reales y ficticios. Precisamente, esa mezcla de realidad y ficción, pero, sobre todo, esa capacidad de Leante de crear una historia verosímil a partir de la perfecta conjugación de ambos elementos es la que hace de Annobón una novela mayúscula. Para ello se ha servido de una estructura compleja, fruto de la evidente evolución de su técnica literaria, intercalando entrevistas con descripciones y varias voces narrativas, con la que ha conseguido “dejar de existir y que los personajes contaran su propia historia”. La clave, según él, está en la forma de contar la historia, en lograr que el lenguaje no se note, que pase desapercibido. Nosotros, sin embargo, creemos que se trata, sin duda, de uno de esos trucos de magia literaria a los que nos tiene acostumbrados.

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