Mi primer año en la Tertulia artístico-literaria El Cresol

A finales del mes de marzo del pasado año, animada por mi madre y por algunas otras personas de mi entorno, me decidí a contactar con la Tertulia artístico-literaria El Cresol, una asociación cultural de mi pueblo con más de treinta y cinco años de recorrido. Les escribí un correo electrónico en el que les hablaba de mis inquietudes literarias y culturales y les trasladaba mi interés por participar activamente en las actividades que organizaran. Apenas unos días después recibí su respuesta; en ella, además de informarme de que las puertas de El Cresol están siempre abiertas a todo el mundo y de que estarían encantados de contar conmigo entre sus filas, me invitaron a la presentación de un libro a la que finalmente no pude asistir. Por suerte, en el mes de mayo tenían prevista otra presentación, la del libro de Annobón, del escritor cartagenero Luis Leante, y esta no me la quise perder. Nada más llegar al acto y presentarme a Mª Teresa López, vicepresidenta de El Cresol y directora de Harmonia (la revista que editan mensualmente), que era con quien había estado hablando por e-mail, Mª Teresa me preguntó: ¿Te gustaría escribir la crónica de esta presentación? Acepté su propuesta con ciertas reservas por el miedo que me daba escribir un texto que no estuviese a la altura, pero unas semanas después, tras haber recibido el visto bueno de Mª Teresa, el artículo apareció en la portada de Harmonia (también lo pudisteis leer aquí: Luis Leante, un mago del lenguaje y la literatura).

 

 

A aquella primera velada cresolana le siguieron otras muchas, como la comida de final de curso en la que me reencontré con el escritor José Luis Ferris, mi antiguo profesor de Literatura y periodismo en la universidad. Ferris nos habló en profundidad de su último libro, Palabras contra el olvido. Vida y obra de María Teresa León (1903-1988), con el que ganó el Premio Antonio Domínguez Ortiz de Biografías 2017. Escucharle hablar con tanto fervor y admiración por Mª Teresa León fue como regresar a aquella aula en la que lograba mantenernos a todos atentos con las historias de amor entre Miguel Hernández y Maruja Mallo y otros escritores y artistas de la llamada Generación del 27.

En esta misma comida conocí, entre otros, a Antonio y Galina Álvarez, un matrimonio de escritores, cubano él y rusa ella, quienes recientemente han publicado dos nuevas novelas: A las puertas de Europa (Antonio Álvarez, Huso Editorial. Finalista del Premio Nadal 2017) y Los difuntos inocentes (Galina Álvarez, Editorial Círculo Rojo). Volví a coincidir con ellos en otra ocasión y ambos me dijeron lo mucho que les había gustado La mujer de rojo, el primer relato fugaz que publiqué. “Tienes un don para la escritura, explótalo” – me dijo Antonio. Aquella frase realmente me emocionó y confieso que recurro a ella cuando dudo de mis cualidades, cuando me enfrento a la hoja en blanco.

 

 

Después del verano, en los tres últimos meses del año, participé en la mayoría de los eventos que la Tertulia El Cresol organizó: asistí a mi primera tertulia abierta. Las organizan con cierta periodicidad en una cafetería de nuestro pueblo que, curiosamente, se llama Café Tertulia y que está repleta de libros antiguos. Siempre se propone un tema concreto que, en esta ocasión giró en torno al concepto de desaparecer. Al coincidir esta reunión con el Día de las escritoras, una iniciativa de la Biblioteca Nacional de España, centré mi intervención en todas esas escritoras a las que la historia y los hombres han hecho desaparecer. Fue una tarde muy enriquecedora porque acudieron muchas personas y aunque pudieras pensar que ya estaba todo dicho, siempre había alguien que aportaba un punto de vista novedoso o diferente.

En octubre también tuvo lugar la presentación del libro del autor crevillentino Antonio Pérez-AdsuarLa odisea del libro: la transición digital, una suerte de guía para escritores, editores, libreros y bibliotecarios en la que se proponen una serie de consejos para reinventar y modernizar el sector editorial. Después de esta presentación he conversado con Antonio en varias ocasiones sobre muchas de las propuestas que hace en su libro porque siempre resulta interesante charlar con alguien que ha conocido y analizado el mundo del libro desde varias de sus vertientes. 

 

 

A mediados de noviembre se celebró uno de los eventos más destacados de todos los que organizó El Cresol en 2017: la presentación de És Crevillent un tresor, un libro que lleva por título el nombre de una conocida habanera de nuestro pueblo y que recoge cuarenta y siete textos poéticos, ensayísticos y narrativos de treinta y cinco autores crevillentinos o directamente vinculados a Crevillent. Este acto fue mi especial para mí ya que, además de poder ver publicado uno de mis relatos publicado en el citado libro (la paráfrasis de Ataúdes tallados a mano, de Truman Capote), mis compañeros confiaron en mí para que actuara como presentadora del acto.

 

 

En diciembre, el mismo día en el que celebrábamos la tradicional comida navideña, acudimos al cementerio de nuestra localidad con el fin de homenajear a los poetas crevillentinos ya fallecidos. Este homenaje, que siempre se suele celebrar en torno a la festividad de Todos los Santos pero que este año se tuvo que aplazar, era uno de los actos que esperaba con más ilusión por su solemnidad y belleza. Un nutrido número de cresolanos nos reunimos ante el busto del poeta local José Maciá Abela y recitamos poemas de él mismo y de otros poetas ya desaparecidos.

 

 

El 2018 empezó con otras dos presentaciones literarias: la del libro de Delirios de amor y pasión en libertad, del autor ilicitano, José Vera, que también me encargué de presentar, y la de Que la tierra te sea leve, el último retoño literario nuestra vicepresidenta, Mª Teresa López.

Al echar la vista atrás para recordar cómo ha sido mi primer año como cresolana y poder escribir este artículo me he dado cuenta de que unirme a la Tertulia El Cresol ha resultado ser una experiencia muy enriquecedora. En este tiempo he conocido a gente muy interesante con la que comparto intereses e inquietudes y de la que he aprendido mucho. A menudo me hablan de los inicios de El Cresol, de quiénes fueron sus impulsores, de cómo decidieron empezar a editar libros, de cuándo comenzaron a organizar los homenajes a los poetas muertos, o la lectura del Quijote en el Día del Libro… A veces también me hablan de los momentos de debilidad, de cuando, en alguna ocasión, estuvieron a punto de tirar la toalla. Afortunadamente, no lo hicieron y siguieron trabajando por enriquecer, defender y difundir la cultura en nuestro pueblo, que es el objetivo principal de esta asociación desde que se creó allá por el año 1983. Gracias a aquellos primeros cresolanos la constitución de la Tertulia se convirtió en una realidad; gracias a los cresolanos que les sucedieron y que han continuado su labor hasta hoy, El Cresol es ya una entidad de referencia dentro y fuera de Crevillent. Por eso no puedo sentirme más que feliz y orgullosa de formar para de ella.

Moltes gràcies, cresolans! Per molts anys mès! 

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