Una despedida de soltera de lo más cultural

El pasado fin de semana estuve en Valencia celebrando mi despedida de soltera junto con mi hermana y mis mejores amigas. Unas semanas antes del evento me hicieron llegar una notificación del CAS (Club de Amigas Solteras), elaborada mediante las técnicas del scrapbooking que tan bien maneja mi amiga Marisa, en la que decían que habían aprobado mi solicitud de baja del club pero que para que esta fuera completamente efectiva, debía superar ciertos “asuntillos” burocráticos. 😀 Así, me anunciaban que el primero de esos trámites tendría lugar el 1 de septiembre, a las seis de la mañana (¡menos mal que fueron benevolentes y, al final, vinieron a recogerme a eso de las ocho!) y que debía llevar una serie de prendas y elementos imprescindibles: un par de biquinis, un gorro de baño, un vestido blanco… Tras sorprenderme con un montón de globos, coronarme con una preciosa corona de flores y regalarme la camiseta Bride to be de Lucía Be, pusimos rumbo a Valencia, donde me esperaban muchísimas aventuras.

 

 

La primera de ellas estaba prevista para el mediodía, cuando nos embarcamos, junto con otros chicos y chicas que estaban celebrando sus respectivas despedidas de solteros/as, en un catamarán que, durante algo más de tres horas, nos llevó a recorrer el Mediterráneo. Mojitos, DJ en directo, la brisa del mar, una rica paella y un buen ambiente fueron los ingredientes perfectos para pasar una mañana muy divertida y diferente, a pesar de que me mareé un poquito y no pude disfrutar al cien por cien de la fiesta.

 

 

Por la tarde, después de pasar por el apartamento que habían alquilado en Ruzafa, una de las zonas de Valencia que más me gusta, y recuperar fuerzas con una buena merienda, disfrutamos de una más que merecida sesión de spa y, además, mis amigas me regalaron un masaje relajante que no me pudo gustar más. Por la noche, tras la cena, nos dirigimos a L’Umbracle, una discoteca con un jardín al aire libre de 4.000m2, ubicada en la zona de la Ciudad de las Artes y de las Ciencias.

 

 

Las actividades que me tenían preparadas para el domingo tenían un carácter más cultural y me sorprendió bastante lo bien que conocen mis gustos y pasiones. En primer lugar, me pidieron que buscara un sobre con mi nombre que, previamente, habían escondido en mi habitación; en la hoja que había en su interior me contaban que, durante la noche, se había producido un fenómeno muy extraño en Valencia y que un hechizo había afectado a un grupo de amigas que dormían en unos apartamentos de Ruzafa y las había convertido en personajes de cuento (¿no os parece genial? ¡A mí me encantó!). Para librarnos a todas de la maldición debía superar varias pruebas: la primera de ellas consistía en encontrar un par de bolsas mágicas, escondidas en el salón del piso, que contenían unas camisetas que nos indicarían en qué personajes nos habíamos convertido. Como no podía ser de otra manera, yo me transformé en Bella, de La bella y la bestia, mi película favorita de la factoría Disney, y mis amigas habían asumido la identidad de la rosa roja que tanto protagonismo tiene en el film. A continuación, para poder salir del piso, debía resolver una sopa de letras basada en la vida de una de mis pintoras favoritas: Frida Kahlo. Lo cierto es que yo no soy excesivamente buena con este tipo de pasatiempos, pero debo decir que me lo pusieron muy fácil.

Una vez superadas las pruebas iniciales, fuimos a desayunar a un sitio que llevaba años deseando probar: Dulce de Leche Boutique, en el mismo barrio de Ruzafa. Nos costó un poquito encontrar mesa para todas puesto que había mucha gente, éramos muchas y el local y la terraza no son excesivamente grandes, pero, aún así, pudimos disfrutar de un desayuno de chuparse los dedos.

 

 

Acto seguido, dado el bullicio que había en DDL, salimos a la calle para llevar a cabo la siguiente prueba, que consistía, en primer lugar, en descubrir quién era el autor de unos breves textos que leerían tres de mis amigas. Debo confesar que, aunque aquellas palabras me resultaban familiares, al principio me costó un poco adivinar de quién se trataba; afortunadamente, el último de los textos aclaró todas mis dudas: era Carlos del Amor y las líneas que habían leído correspondían al inicio de tres capítulos de su libro La vida a veces, del que os hablé en el blog hace ya tres años y que es uno de mis favoritos. 

El juego continuó con otro acertijo sobre el libro; en esta ocasión, después de que leyeran otros tres extractos de uno de los capítulos del citado libro, debía adivinar a qué espacio hacían referencia. Esta vez las pistas no daban lugar a dudas: se trataba de los aeropuertos, que son los protagonistas de uno de los capítulos más especiales de La vida a veces.

Para la última parte de la prueba fueron mis amigas las que habían inventado una historia, una historia que hablaba de mí y de los días previos a la despedida de soltera, de los preparativos, de la incertidumbre ante las sorpresas que me esperaban… Esta historia la habían escrito para mí para Mi vida a veces, esas hojas en blanco que aparecen al final del libro con la intención de que las completes con tu propia historia. No fui capaz de superar este último juego pues las lágrimas inundaban mis ojos y estaba realmente emocionada de ver todo lo que mis amigas habían preparado pensando en mí. Soy muy llorona, lo reconozco. 😛

Pero las pruebas no terminaron ahí. Todavía con lágrimas en los ojos, me llevaron a otro de mis lugares predilectos de Ruzafa: Ubik Café, una cafetería librería muy especial que organiza todo tipo de eventos culturales. Antes de entrar, leí las instrucciones de la siguiente prueba: debía encontrar un ejemplar de El Principito que habían escondido en alguna de las muchas estanterías repletas de libros que tienen en esta cafetería y acertar el acertijo que encontraría en su interior. Lo cierto es que para lograr dar con El Principito me tuvieron que echar un cable porque había muchos libros interesantes que ojear y como comprenderéis, yo me despistaba con facilidad. En el interior del libro escondido había un poema cuyo autor debía identificar; se trataba de Aceituneros, de Miguel Hernández.

 

 

Una vez superadas todas las pruebas y roto el hechizo, mis amigas me hicieron leer una emotiva carta que hizo que se me saltaran las lágrimas de nuevo y que interrumpiera la lectura cada dos o tres líneas. Cuando logré terminar de leer, me sorprendieron con un par de regalos: dos charms de la colección Disney de Pandora.

Cuando hace unos meses, mi amiga Lina me preguntó qué tipo de despedida me gustaría tener, no imaginé que pudieran organizar un fin de semana como el que compartimos, tan divertido, perfecto y especial. Y aunque ya les he dado las gracias varias veces, quisiera hacerlo una vez más, por haber querido ser partícipes de mi despedida de soltera y haberlo preparado todo con tanto cariño.

Lina, Nieves, Gema, María, Cristi, Cris, María, Mamen, Marisa, Maca, Cristina y Lidia… ¡Os quiero!

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