El don de Rebeca

Todos los niños sueñan con tener poderes mágicos; a Rubén le hubiese gustado ser invisible para desaparecer cuando su madre le regañaba, o para espiar a Paula, la mejor amiga de su hermana, de la que estuvo locamente enamorado durante toda su infancia. Carmen, por su parte, hubiese preferido que, al chasquear los dedos, los deberes se hubieran hecho solos y que los juguetes hubiesen vuelto por sí mismos a su sitio cuando tenía que recoger su habitación. A Óscar le hubiese gustado poder viajar en el tiempo para ver cómo eran los dinosaurios, luchar contra sanguinarios piratas y conocer a su ídolo, el gran Houdini. ¿Poderes mágicos? ¡Eso solo ocurre en Stranger things! – defiende Rubén cada vez que Óscar saca alguno de esos temas esotéricos que tanto le gustan. Entre carcajadas nadie nota cómo Rebeca se ruboriza; todos ignoran que su amiga sí tiene poderes.

Lo descubrió siendo una niña, cuando falleció su tía abuela Lorenza. En pleno velatorio la difunta salió del féretro y fue directa hacia ella. Rebeca estuvo a punto de salir corriendo, pero Lorenza la detuvo y le dijo que no debía tener miedo. Mientras todos rezaban por el eterno descanso de su alma, Lorenza estaba sentada al lado de la niña, tratando de explicarle por qué solo ella podía verla. Tienes un don, Rebeca. Las mujeres de nuestra familia lo tienen, aunque no todas, claro. Pasa de generación en generación: yo lo recibí cuando murió mi madre y ahora, como yo me acabo de morir, lo has recibido tú, aunque todavía no era tu momento. Sospecho que le tocaba a Ana, la prima de tu madre que falleció hace un par de años, ¿te acuerdas? Quizás no, eras muy pequeña. Y Ana era tan joven también, pobrecita. Se fue de este mundo muy pronto… Rebeca la escuchaba con una mezcla de miedo e intriga. Apenas conocía a la tía Lorenza y ahora, ya muerta, le hablaba de un don que tenían todas las Montenegro. ¿En qué consistiría exactamente su habilidad? Bueno, pues lo que te decía, – continuó la finada – que imagino que tras mi muerte, la que debía heredar el don era Ana, y como ya no está, se ha saltado su generación y te ha tocado a ti. Es que hasta que no te mueres, no sabes quién heredará el don, es lo malo de esto, que no puedes ir preparando a tu sucesora. Yo debo explicarte todo y marcharme, pero como eres muy pequeña, haremos una excepción. Me quedaré contigo hasta que tengas edad suficiente para enfrentarte a todo esto tú sola.

Los poderes de Rebeca nada tenían que ver con la invisibilidad, los viajes intratemporales ni con mantener la habitación ordenada. Rebeca podía ver a los muertos y hablar con ellos; su misión era ayudarles a dar un último mensaje a sus seres queridos para que pudieran caminar hacia la luz. Con nuestro don ayudamos a la gente, Rebeca. Tienes una gran responsabilidad, pero estoy segura de que lo vas a hacer muy bien. Ya estás preparada para volar sola, mi niña – le había dicho Lorenza el día que se despidió de ella. Rebeca tenía entonces diecisiete años.

Más de una década después de aquella despedida, Rebeca había ayudado a cruzar al otro lado a muchas personas; la mayoría habían sido ancianos, pero, desgraciadamente, también se encontró con personas jóvenes, incluso con niños, y esas eran, sin duda, las historias más duras. Recordaba con ternura a Marcial, un señor que se negaba abandonar a su mujer, enferma de alzhéimer. O Encarnación, cuyo último mensaje a su marido fue para regañarle por comer muchos dulces. A pesar de lo peculiar de su don, Rebeca se sentía bien haciendo lo que hacía; le resultaba reconfortante ayudar a los demás en momentos tan cruciales y confusos tanto para los propios fallecidos como para sus familiares y amigos. Sin embargo, un día, de repente, todo cambio…

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¿Qué crees que le pudo pasar a Rebeca? ¿Te apetece terminar la historia? Anímate y comparte tu propuesta de final del relato en el apartado de comentarios. 🙂 

One Reply to “El don de Rebeca”

  1. Jo no sóc d’escriure aquests tipus de textos i per tant, qualsevol cosa que puga escriure no va a ser digna de seguir el teu relat.
    Però quan he acabat de llegir-ho, el meu cap ha imaginat un aconteixement inesperat. Un colp tràgic que apaga la vida de la Rebeca. Ella no té ningú a qui passar-li el don i es queda perduda en aquest món sense ajuda per poder deslligar-se dels vius.

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